Money Shot (2008), de Christa Faust
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“Seguramente se estarán preguntando qué es lo que hace una buena chica como yo dejada por muerta en la cajuela de una porquería de Honda Civic, en el basurero industrial del este de Los Ángeles. O quizá ya me conocen y se pregunten cómo es que no me pasó esto antes”, (página 11).
Como en la mayoría de las novelas de crimen, en Money Shot la presentación de los personajes y el desarrollo de la acción son mucho más amenos que la conclusión de la historia, la cual resulta un tanto confusa y mal dirigida. Aún a pesar de esto Money Shot sigue ameritando el sacrificio de los arbolitos caídos por su causa.
“Podría decirse que Sam Hammer era como un padre para mí, pero eso sonaría un tanto extraño ya que él y yo llegamos a hacer algunas escenas juntos, antes de que su trabajo se limitara exclusivamente detrás de las cámaras. No importa hace cuanto fue eso. Siempre fue un caballero, eso también. Llevadero, respetuoso y confiable como un relojito, lo cual no era cualquier virtud antes de que el Viagra se convirtiera en la espina dorsal de esta industria”, (página 12).